Valía esta frase para aclarar, porque la propuesta consistía en comparar 4 vinos Top de la mendocina Catena Zapata, con otros tantos franceses de las mismas añadas y de similar categoría
Y allá fuimos, para ser recibidos por la Dra. Laura Catena, quien, en pantalla, remotamente y desde California, donde reside, nos invitaba a esta experiencia tan singular:” No les propongo una cata para ver cuál es mejor en cada uno de los binomios que tienen servidos. Es más simple, pero a la vez más agudo el desafío y la pregunta a responder es: ¿Estos vinos son de la misma categoría? ¿Son vinos importantes y distintivos con suficiente personalidad como para resultar inolvidables? ¿Tienen condiciones para una larga guarda y para representar un viñedo específico? Les pido que abran las mentes y salgan de cuál es el que me gusta más y que con sinceridad opinen, si estos vinos del Nuevo Mundo pueden ser catalogados con el término francés de Grand Vin”.
O sea que Laura planteaba un debate de percepciones, para recibir después las conclusiones que salgan del panel. Es un tipo de taller que ya ha realizado en otras capitales del mundo – Nueva York, Tokio, Londres, Sao Paulo, entre otras – con muy buenos aportes de los panelistas invitados.
La conducción estuvo a cargo de Titina Núñez y Marcela Baruch, que contaron sobre los vinos europeos elegidos todos de gran calibre; mientras que Laura hacia lo propio con los de su familia.
Titina comenzó explicando el término Grand Cru que es parecido a Grand Vin pero diferente. La primera se usa para señalar a una parcela o finca, de la que nacen vinos excepcionales, gracias a un terroir inigualable, sumado al trabajo de un productor muy experimentado. Los de Catena cumplen con esa condición, provienen del Adrianna Vineyard en Valle de Uco y de pequeños cuadros que apenas llegan a dos hectáreas cada uno. Los dos blancos Chardonnay – White Stones y White Bones – tuvimos que compararlos con sus pares de Chablis: uno de Louis Latour y el otro de Domaine Chanson. Los cuatro con crianza en roble de añadas contiguas – 2018, 2019 y 2020 – y para mí, la diferencia fueron las notas de madera. Más evidentes en los franceses que en los mendocinos, sin desmedro de su notoria calidad. Sin duda, cuatro grandes blancos que cumplen con las condiciones para ser llamados: Grand Vin.
En cuanto a los tintos, la comparación hubo de hacerse con distintos cepajes, por la falta de Malbec en el Viejo Mundo. Por Catena participaron el Fortuna Terrae 100% Malbec y el Nicolás Zapata, un corto de Cabernet Sauvignon y Malbec. Las contrapartes elegidas entonces, fueron el Chandon de Brialles Pernand – un Pinot Noir de Borgoña – y el Ornellaia italiano de la familia Antinori, un corte de variedades bordelesas. O sea, los cuatro bien diferentes pero con un nivel de calidad indiscutible y no cabía la duda que estábamos ante excelentes ejemplares de Grand Vin.
El debate posterior fue muy interesante y giró en torno a si los vinos icónicos como los que probamos, deben reflejar en su perfil, el peso de las tendencias que existen en el mundo del vino. Porque tuvimos años en que la madera se sobreponía a la fruta, la que por suerte ahora ha inclinado la balanza a su favor y es la que predomina. Los enólogos lo tienen muy claro y procuran evidenciarla. Hoy en las etiquetas ya no se exaltan las barricas nuevas y los muchos meses de crianza.
El intercambio fue atractivo y enriquecedor entre los compañeros de panel. De todas formas y sobre el final, con las copas casi vacías, algunos no podíamos seguir el consejo de la Dra. Laura Catena e íbamos de una a otra, volviendo a olfatear y a probar, tratando de definir que vino sería nuestro preferido.
- autor: EDUARDO LANZA
Ingeniero Químico y experto en vinos. Su pasión lo ha llevado a visitar terruños, descubrir cepas y probar las más variadas etiquetas. Comparte su saber y anécdotas de una forma atractiva desde hace más de 20 años. Escribe y enseña con el mismo placer que degusta un vino. Nos lo cuenta en un contexto histórico y cultural, y eso también lo hace diferente.