23 feb 2023 Publicado en: Vinos premiados
Alejandro Vigil: Master Winemaker 100 - The Drinks Business

Alejandro Vigil, Director de enología Vinos de El Enemigo y Catena Zapata

El 'niño terrible' de su familia, Vigil dejó la escuela a los 14 años para unirse a una cooperativa de vinos, pero continuó sus estudios para aplacar a su madre, luego de

graduarse como el mejor de su clase en Ingeniería Agrícola. Dirigió la división de suelos del INTA (Instituto Nacional Instituto de Tecnología Agropecuaria) antes de unirse a Catena Zapata en 2002 como jefe de enología. En 2009 él y Adrianna Catena montaron El Enemigo.


¿Qué o quién te inspiró a convertirse en enólogo?

Nacer en una casa donde el vino era una forma de vida. Mi más grande inspiraciones fueron mi abuelo, mi padre y la vida.

¿Cuál es tu parte favorita de ¿el trabajo?

Paseando por los viñedos, sintiendo el calor, regando, experimentando los días fríos de la poda, observando el día a día y tomando esa experiencia para la bodega 

de la forma más transparente posible.

¿Cuál es la parte más difícil?

No estoy seguro de que sea lo más difícil, pero entendiendo que uno no puede cambiar la naturaleza es difícil.

Siempre recordaré una cena familiar. Estábamos a punto de cosechar tomates y de repente el granizo lo arruinó todo. Mi abuelo salió después de la tormenta, se arrodilló, y mi  abuela se paró junto a él y le dijo: “Mañana comenzaremos de nuevo”. Volvieron adentro y continúo la cena.

¿Cuál es tu bebida favorita en el final de un largo día?

Me gusta disfrutar espumoso o fresco vino blanco.

Nunca descartaré el vino con cubitos de hielo o mezclado con agua con gas. Algo para refrescarme, cuerpo y alma.

¿Qué consejo le darías tu yo más joven?

Me recordaría, más que aconsejarme que todo está por hacer, todo se puede cambiar y no hay absolutos, ni siquiera nosotros mismos. 

Cambiar paradigmas no es una opción, es la opción.

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¿Cuál fue tu mayor error en la elaboración del vino?

El mayor error fue pensar que uno puede cambiar los vinos desde dentro de la bodega.

Es en el viñedo donde se puede hacer una verdadera mejora.

¿De qué logro relacionado con el vino se siente más orgulloso?

Apostando por el Malbec de los 2000 cuando se produjo más Cabernet Sauvignon, apostando por Cabernet Franc a mediados de la década de 2000, luego pensando

 que podíamos producir Chardonnay de clase mundial. Básicamente, estoy feliz por permitirme soñar.

¿Quién es tu inspiración en el mundo del vino hoy?

Nicolás Catena es mi inspiración, un verdadero pionero. Viñedo de Adrianna en Gualtallary, Valle de Uco, es un perfecto ejemplo de su visión.

Un lugar al que hoy se refiere como un viñedo de clase mundial que plantó cuando la región era solo un desierto.

¿Dónde estaría tu viñedo de fantasía?

Existe y se encuentra en Lunlunta (Maipú, Mendoza). Un viñedo de 100 años.

Caminar por este lugar me hace sentir pequeño y me revitaliza. Esta es la esencia de  terruño, el importancia del ser humano como un todo y no de una persona en concreto.

Si no fueras enólogo, ¿qué estarías haciendo y por qué?

No había Plan B. Soy y seré siempre viticultor.

¿Cómo ha cambiado tu gusto por el vino a lo largo de tu carrera?

Hace mucho tiempo, un enólogo de Borgoña me preguntó si me gustaba producir vinos blancos o tintos. Rápidamente respondí rojos. Hoy, después de 20 años, me encanta el reto de los blancos, vinos que suelo beber.
Los blancos son transparentes a la región ya las técnicas de vinificación. Con los blancos se nota el verdadero respeto de los bodegueros por el terroir


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