
El "enfant terrible" de su familia, Alejandro Vigil, dejó la escuela para unirse a una cooperativa vinícola, pero continuó sus estudios para complacer a su madre, graduándose posteriormente como el mejor de su generación en Ingeniería Agrícola. Dirigió la división de suelos del INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria), antes de incorporarse a Catena Zapata en 2002 como enólogo jefe. En 2009, él y Adrianna Catena fundaron El Enemigo.
¿Qué te imaginabas haciendo cuando tenías siete años?
Siempre me imaginé trabajando en el campo. No tenía otra visión de lo que quería hacer y siempre me vi trabajando en la agricultura. Claro, había viñedos cerca de casa, así que estaba muy cerca de la vinificación, pero fue la tierra lo que me atrajo. La sensación de crear algo de la nada, la sensación de la tierra en mis manos, el frío o el calor, eso siempre ha sido algo que he disfrutado profundamente.
¿Quién te llevó por primera vez al camino de la elaboración de vino y cómo?
No hubo una persona específica que me guiara hacia esta carrera. Sin embargo, sentí una llamada de mi madre y mis abuelos, quienes me ayudaron a forjar un camino, una forma de vida que se inclinaba en esta dirección. De hecho, no soy enólogo; soy ingeniero agrónomo, y mi visión siempre se ha basado en lo hermoso que es crear alimentos a partir de una semilla o un esqueje.
¿Cuál es la lección más reciente que te ha enseñado este trabajo?
El trabajo siempre me ha enseñado una cosa: el lugar es mucho más importante que las personas. La humildad es una lección constante: la naturaleza te la enseña a través de la combinación de factores que hacen que un lugar exista. Uno se da cuenta de lo pequeños que somos, de que no podemos cambiar mucho. Solo podemos guiar un proceso, pero aprender a comprender la interacción entre el clima y el suelo, y aceptarla, es la lección diaria más valiosa para mí.
Si fueras un vino ¿Qué diría tu etiqueta trasera?
Diría que, dentro, hay un pedacito de mi alma, un poco de Mendoza y una gran parte de mi vida.
¿Cuál fue el último libro que leíste?
El último libro que leí fue El niño que perdió la guerra de Julia Navarro.
¿Cuál fue la última actuación de música en directo que viste?
Fue en Los Ángeles, hace dos meses: Los Rolling Stones.
¿Qué es lo que más te frustra del mundo del vino?
Es frustrante no poder cambiar ciertos caminos. A menudo, creer en algo equivocado conduce a un resultado erróneo, creando un camino basado en la imaginación en lugar de la realidad. Esto sucede a menudo con el vino.
¿De qué iniciativa de sostenibilidad estás más orgulloso y por qué?
Lo que más me alegra es comprender el concepto de sostenibilidad social. Si todo a mi alrededor no funciona, nada más puede funcionar. Por eso, nuestro trabajo directo con la comunidad, especialmente centrado en las escuelas —no solo a través de programas de alimentación, sino también de recreación, educación y atención médica—, me parece el futuro. Una sociedad que se autofinancia conducirá naturalmente a la sostenibilidad ambiental.
Si pudieras cambiar algo de tu región vinícola, ¿qué sería?
¡No, no, no! Nunca cambiaría nada de mi región vinícola. Al contrario, me gustaría poder entenderla mejor. Creo que uno se pasa la vida intentando interpretar estos paisajes a través del vino, y siempre falta algo, y eso es hermoso. Se siente como una utopía. Galeano dijo una vez: "¿Para qué perseguir la utopía? Porque te hace caminar". Si estás a 10 pasos y das dos, la utopía avanza dos pasos más. Creo que aquí pasa lo mismo.
¿A qué enólogo admiras más y por qué?
Admiro a muchos enólogos por diferentes razones. Siento un gran respeto por personas como el equipo de Comando G, por revitalizar una región que se estaba desvaneciendo. También está Frédéric Mugnier, por mantener una tradición familiar centenaria. Y hay muchos más. Raúl de la Mota fue pionero de nuestra cultura vitivinícola en Mendoza, seguido por otros grandes enólogos. Nicolás Catena fue quien me enseñó la importancia de la paciencia en la elaboración del vino, y para mí eso es fundamental. No hay otra manera de entender la vida.
¿Qué habilidad faltante desearías más poseer?
Más paciencia, sin duda. Creo que la paciencia es una habilidad: mantener el compromiso con una idea y adaptarla a medida que aprendes. Se trata de tener coherencia en la vida.
¿Cuál es tu idea de unas vacaciones perfectas?
En una región vinícola, con toda mi familia, sin duda. De hecho, así son mis vacaciones: visitando bodegas y disfrutando de buena comida.
¿Cuál es la ambición personal o profesional más urgente que le gustaría cumplir?
Me gustaría comprender mejor las diferentes zonas de Malbec y determinar el estilo adecuado para mostrar cada paisaje.
¿Cuál sería tu última comida? ¿Y qué beberías con ella?
Mi última comida sería un guiso de lentejas, un plato típico argentino hecho con diversas carnes y verduras. Me encantaría maridarlo con un Saint Felicien 1997, un Cabernet-Merlot local, que está profundamente conectado con mi esposa y mi concepto del vino.